Dios y Señor mío,
espíritu supremo.
De rodillas ante ti,
suplico que por intercesión de mis seres queridos
que tanto me amaron en vida,
formes a mí alrededor un poderoso protector
contra la envidia, la maldad y la venganza
de mis enemigos o competidores.
Sea que trabaje, me vele,
me rece, use mis fotografías,
cabellos o prendas.
Levante mesa de noche o de día.
En el campo, bajo techo,
en iglesia o cementerio…
que nada pueda contra mí.
¡Que salga el mal y entre el bien!,
tal y como entró Nuestro Señor,
Tu Hijo, en la ciudad santa de Jerusalén.
Toda onda negativa lanzada
contra mi vida,
mi hogar o mi trabajo,
contra mi tranquilidad,
mi dinero,
la salud o la vida de mi pareja
o de mis hijos
¡Que se vuelva contra quien la lanzó!
Así será hasta que tú Oh Dios mío
perdones a los malvados
por sus negros pensamientos.
Así será siempre.
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