Amigo sabio y poderoso,
príncipe de príncipes,
rey de reyes,
amparador de los hombres,
lîbrame,
lîbrame de las malas ocasiones
en que me persiguen mis enemigos.
Bienvenidas sean las cosas en tu nombre y poder,
ojos tengan y no me miren,
manos tengan y no me toquen,
pies tengan y no me alcancen,
armas tengan y no den fuego.
Cobardes difamadores
¡aquí estoy!
y voy con el Duende,
que el valor se les desmaye
y los cabellos se les ericen,
que todos sean llenos de terror y miedo.
Que bienvenidas sean a mi las cosas,
como yo las deseo,
Señor de la Naturaleza.
Don Diego Duende,
que con gran poder sea posible
lo que yo deseo de
(nombre de la persona)
que ha de ser mia(o)
la mujer (el hombre) que amo,
que se llama
(nombre de la persona amada)
Toda vez que lleve tu oración,
en la que creo, asi te lo pido.
(Di esta oración los martes,
con una veladora roja encendida
y ofreciendo una copita de tequila)
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